Florentino González
FLORENTINO GONZÁLEZ: CUATRO DÉCADAS EN LA POMADA.
En el verano de 1996, cuando parecía cerca de la retirada, Florentino González sufrió una brutal y gravísima caída en el hipódromo de Lasarte. Se fracturó varias costillas. Pensó que nunca más volvería a subirse a un caballo: “Estando en la UCI, me vi en el otro barrio”, recuerda hoy. Pero logró recuperarse y siguió montando en carreras durante diez años más. En la actualidad, Floro –como muchos todavía le llaman- es el hombre que vela por la seguridad de los jockeys en el hipódromo de la Zarzuela, permitiendo que el dispositivo de emergencia se active de forma inmediata en el caso de que se produzca una caída.
(Foto: jockeysroom.com) |
En el verano de 1996, cuando parecía cerca de la retirada, Florentino González sufrió una brutal y gravísima caída en el hipódromo de Lasarte. Se fracturó varias costillas. Pensó que nunca más volvería a subirse a un caballo: “Estando en la UCI, me vi en el otro barrio”, recuerda hoy. Pero logró recuperarse y siguió montando en carreras durante diez años más. En la actualidad, Floro –como muchos todavía le llaman- es el hombre que vela por la seguridad de los jockeys en el hipódromo de la Zarzuela, permitiendo que el dispositivo de emergencia se active de forma inmediata en el caso de que se produzca una caída.
UN CHAVAL DE EL VELLÓN.
Florentino
González vivía
en El Vellón, un pueblo del norte de la Comunidad de Madrid. Era 1966. “Un día, siendo un chaval, me encontré con
un cazador. Como iba montado a caballo y al ver que pesaba poco, se fijó en mí
y me propuso ir al hipódromo. Al principio mis padres no me dejaban, pero más
tarde les convencimos. Tenía que hacer de todo, desde preparar las camas para
los caballos hasta bajar a la pista con el cubo de agua y la esponja al
terminar cada carrera”.
Florentino comenzó a trabajar en la
preparación de Manolo García y, al igual
que Ceferino Carrasco, José Miguel Reyes, su paisano Paulino García y otros aprendices de la
época, tuvo que aprender el oficio en carreras menores, tratando de alcanzar
las 40 victorias necesarias para convertirse en jockey: “Mi primera victoria fue con Theodorica.
Había debutado con ella y aquel día el favorito era otro caballo de la cuadra.
Salí mal, pero fui remontando poco a poco y gané. Fue la cuarta carrera de mi
vida. Nunca se me olvidará”. Incide en esto último, seguramente porque para
un jockey que en cuarenta años de profesión ha logrado 791 victorias y ha
participado en más de 6.000 carreras no es fácil recordarlas todas. En España
solo Claudio Carudel, Román Martín y José Luis Martínez le superan en triunfos.
VICTORIAS,
DERROTAS Y OVACIONES.
En los años siguientes se labró una fama de
jinete perseverante, con un estilo muy peculiar sobre los estribos, pero capaz
de darlo todo en cada llegada: “Luchaba
hasta el final. Nunca me daba por batido. Intentaba sacar de los caballos todo
lo que podía. Eso el público siempre me lo agradecía. No he perdido ninguna vez
una colocación por dejar de arrear.”
También se lo agradecían los propietarios.
Pudo montar a magníficos ejemplares en numerosos grandes premios. Cito algunas
de sus victorias más relevantes: el Valderas con Masllana (1974), Hunting
Star (1986) y Douberta (1992); el
Cimera con Mayorazgo (1985), Socram (1987) y Cinamon Horse (1988); el Derby con Zalduendo (1982) y Cumbrales
(1994); el Oaks con Pearl Island
(1986), Villamagna (1991) y Douberta (1992); el Memorial con Canaletto (1989); el Gran Premio de San
Sebastián con Rochetto (1973), Pincoya (1974), Pompadour (1998) y Okawango
(1999); el Gran Premio de Andalucía en cinco ocasiones…
Florentino se impone con Pearl Island en el Oaks de 1986
De las grandes carreras del calendario
nacional, solo faltan en su palmarés la Copa de Oro y el Gran Premio de Madrid.
Con la cita magna de finales de junio le persiguió el síndrome de Poulidor: fue cinco veces segundo, cuatro de ellas
entre 1980 y 1983. Ese último año, protagonizó, junto a Claudio Carudel, una de las carreras más intensas y emocionantes
que se han visto en el hipódromo de La Zarzuela. Florentino, sobre Zalduendo,
abordó la recta final en cabeza, pegado a los palos; Claudio, montando a Brezo,
atacó por el centro. Durante 400 metros ambos caballos -exigidos hasta la
extenuación por su jockeys- mantuvieron una encarnizada lucha por la victoria.
Al final se impuso Brezo, con Anquetil Carudel, y Florentino
fue otra vez segundo, a medio cuerpo: “Zalduendo era un gran caballo. Había
ganado con él en su debut, y también en Francia y en el Derby. En el Gran
Premio de Madrid Claudio y yo
hicimos toda la recta mano a mano. Lo dimos todo y ganó él. Lo peor es que allí
se acabaron los dos caballos. No volvieron a ser los mismos nunca más.”
Su deuda con la Copa de Oro queda compensada
por los cuatro triunfo alcanzados en el Gran Premio de San Sebastián y, de
manera anecdótica, por la mayor ovación que recuerda haber recibido jamás: “Montaba a un caballo endiablado, Pixilated Painter. Se escapó en la
salida y era imposible pararlo. Estuvimos luchamos durante 200 metros hasta que
por fin me hice con él y toda la grada empezó a aplaudir”.
HASTA LOS
56, SOBRE LOS ESTRIBOS.
También hubo vítores el día que consiguió
ganar cinco carreras en una sola tarde, hazaña solo conseguida en España por Claudio Carudel y Román Martín. El 1 de mayo de 1993, a sus 43 años, Florentino
González condujo a la victoria a Mephisto,
Falucho, Partipral, Carissimi y Ferdi. Fue durante su etapa como primer
jockey de la cuadra Madrileña: “Guardo un
buen recuerdo de mi relación con Lorenzo
Sanz. Estuvimos cinco años juntos. Teníamos muy buenos caballos”.
Para un jinete madrileño como él, la desaparición de las carreras en La Zarzuela fue un golpe terrible, aunque su asociación con Ovidio Rodríguez y la yeguada Cortiñal le permitió encabezar la estadística en 1998 y 1999, tal como había hecho en 1990 y 1994: “Aquello fue muy duro. Ojalá no vuelva a suceder. Se acabó con una institución. Hemos pasado muchos años sin carreras y eso se ha notado en todo, también en los jockeys. Nos quedan José Luis, Urbina y Horcajada. Vienen extranjeros, pero de aquí sólo ha salido Álvaro Gómez. Es una profesión muy sacrificada. Tienes que renunciar a muchas cosas.”
En el otoño de 2005, unas semanas después de
la reapertura, Florentino pudo
volver a montar en La Zarzuela, aunque sabía que su etapa como jockey profesional
estaba terminando. Su última victoria tuvo lugar en Antela, en mayo de 2006,
sobre Alento. En agosto de ese mismo
año, a los 56 años, se despidió definitivamente de la afición en Lasarte. La
última chaquetilla que vistió fue la de la Yeguada Militar.
Ahora, a pie de pista, acompaña siempre a los ganadores en el hipódromo de La Zarzuela Foto: Margarita Sanz. |
Actualmente, Florentino González sigue las carreras a pie de pista, deseando no
tener que intervenir: “La seguridad ha mejorado
mucho. Antes los jockeys no llevaban casco ni chaleco, y en los hipódromos no
había tantos medios. Intentamos hacer las cosas lo mejor posible, porque
sabemos que en cualquier momento puede ocurrir un accidente”. Y añade, antes
de finalizar la conversación: “Montábamos
de otra manera, ahora se busca más la punta del estribo. El estilo se ha refinado
mucho”. Porque montar, en efecto, es todavía su pasión: a los 63 años -siempre
que puede, pero sobre todo en verano- Floro regresa al pueblo, se sube al
caballo de carreras que allí posee y comienza a galopar…
Diciembre de 2013 (publicado en A Galopar).
Carlos Guiñales.
Me ha gustado mucho esta entrada. Muy interesante. Yo me centro mucho en los caballos y me olvido de los jockeys, grave error!. Les admiro mucho. A mi me encanta montar a caballo, y soy chiquitita y peso muy poquito: 47 kilos... aunque siempre estoy entre los 45- 50... podría intentarlo, pero la verdad es que no me atrevo. Aqui el respeto me puede más que la pasión ejejeje.
ResponderEliminarOlé los grandes jinetes como Florentino, son unos valientes!
Saludos!