CARLOS MIGUEL
LA VOZ DEL TURF, A CABALLO.
Minutos antes del comienzo de la cuarta
carrera, Carlos Miguel se sitúa en la cabina de comentarista, toma los
prismáticos con una mano y el programa de carreras con la otra; repasa por
última vez la lista de participantes. Lo ha memorizado todo desde hace días:
caballos, números, jinetes, historiales y, sobre todo, colores... Todo empezó
con los colores.
Gran Premio de Madrid de 1969.
“A 200 metros de
la recta final. Maspalomas continúa
al mando… ¡Pero, atención, que Aray ataca por el exterior! Se va a por
Maspalomas. Aray se va a ganar con facilidad. Remata Arandora Star, que va ser segunda. Hoquis, de la Yeguada Militar, es tercera…”
Si Carlos Miguel hubiese narrado aquel Gran
Premio, el resultado habría sido parecido a éste, pero entonces solo tenía ocho
años. Sin embargo, estaba allí, animando sin parar: “Es la primera carrera que recuerdo. Mi padre me llevaba al hipódromo
desde muy pequeño, pero al principio solo jugaba en los columpios. Hasta que un
día me di cuenta de que había unos señores con chaquetillas de colores subidos
sobre unos animalitos. Fue el color de las chaquetillas lo que me atrajo. Mi
favorita era la de la Yeguada Militar. Aquel día aposté a ganador por Aray porque lo montaba Román Martín, el
jockey favorito de mi padre; y a colocado por Hoquis, la de mi cuadra”.
El ganador, según recoge Príncipe Duero en su
magnífico blog dedicado a la historia del Gran Premio, pagó a 89 pesetas por
cada 20 apostadas en preferencia; y a 41 pesetas por cada 10 jugadas en tribuna,
donde solía ir Carlos. Entonces no solo existían las clases sociales; en el
hipódromo también había barreras.
Carlos Miguel sobre Amontillado, un gran caballo de vallas que fue de su propiedad. |
Cronista de la ascensión y el derrumbe.
Recién licenciado en periodismo, pudo vivir
–y narrar- el auge de las carreras de caballos en España. Ramón Mendoza, desde
la Agrupación de Propietarios, ascendió a la presidencia de la Sociedad de
Fomento y tomó el control del hipódromo en 1983. Creó la QH y logró la difusión
de las carreras por televisión. Carudel se hizo muy popular. Desde Radio
Minuto, El Diario Ya y el programa de
televisión Al Galope, Carlos Miguel
fue testigo de los días de vino y rosas del turf en España: “Fue la época de
esplendor de las carreras, pero también el germen del derrumbe posterior. Se
creó una macroestructura. El hipódromo empezó a vivir por encima de sus
posibilidades y no existía un plan b que previera que aquello no iba a durar
siempre. Llegaron otros juegos y la apuesta empezó a caer. Se había creado un
gigante con pies de barro”.
Los periodistas especializados en turf siempre
han estado relegados por sus editores –ahora más que nunca- a consignar los
pronósticos del viernes y a una escueta crónica de resultados el lunes. Nada
más. Pero Carlos Miguel, desde las páginas del Ya, había sido muy crítico con la llegada de Enrique Sarasola al
Hipódromo de La Zarzuela. Eso le pasó factura. “Me la tenía jurada. Me quitó de
locutor, algo a lo que tenía derecho, pero también me impidió hacer de speaker en una subasta y me declaró
persona non grata en el hipódromo. Yo
era un fanático de las carreras, casi un enfermo, pero había vivido tanta
tensión que cuando cerró me desvinculé bastante”.
Los otros
caballos.
Cada año, sin embargo, asistía con fidelidad
casi religiosa a la Copa de Oro de San Sebastián. En Lasarte -mientras las
zarzas se apoderaban lentamente del trazado madrileño- vio ganar a Kashwan, Persian Ruler, Jacira o Fol Parade. Dudaba que las carreras
volviesen algún día a La Zarzuela. Por eso la equitación ocupó en su vida el
hueco que hasta entonces había pertenecido al turf: “En aquella época me centré
en el mundo de los concursos hípicos como speaker
y comentarista de Eurosport. Yo mismo participo en concursos de saltos. Monto a
caballo casi todos los días. Es mi hobby,
mi pasión. Lo ha sido siempre”.
Participando como jinete en el Concurso de Saltos en Aranjuez. |
Un regreso
escalonado.
Como muchos otros viejos aficionados, Carlos
Miguel se sintió extraño el día que el hipódromo reabrió sus puertas. Las
tribunas eran portátiles y había barro por todas partes. La liturgia era similar
–paddock, apuestas, carrera- pero
nada era igual: “La mayor parte de la gente con la que yo convivía en el hipódromo
ya no estaba. Me sentí regular. Al principio no iba todos los días. Me costó
recuperar ciertos hábitos, pero el veneno de las carreras se fue introduciendo
de nuevo y acabé enganchado otra vez”.
Un regreso gradual que le ha llevado a
convertirse en el narrador de las carreras por televisión –de nuevo la voz del
turf-, aunque ello ha sido fruto de dos circunstancias especialmente dolorosas:
primero perdió su trabajo en Telemadrid por culpa de un ERE brutal, verdadero
acta de defunción de la televisión pública madrileña; a continuación el comentarista
titular, Javier Hernández, tuvo un problema de salud: “A Javier le deseo una
pronta recuperación para que pueda estar de nuevo con nosotros. Yo había sido speaker del hipódromo, así que esto no
es nuevo para mí. Tenían mi currículum y me llamaron. Narrar una carrera de
caballos lleva una preparación muy minuciosa. Tienes que estudiar muy bien las carreras. Si no lo haces, tienes muchas
posibilidades de equivocarte”. (1)
El futuro
del turf.
Como periodista, es consciente de la escasa
difusión que tiene el turf en los medios de comunicación: “Sus responsables ignoran
por completo el mundo de las carreras de caballos. Todavía existe el prejuicio
de que es una cosa para cuatro señoritos. El deporte en España es fútbol,
fútbol y más fútbol. Apenas hay periodistas especializados en turf, y los que
hay no pueden vivir de esto”. Pero sabe que el futuro de las carreras pasa por su
popularidad. Volvemos al niño que jugaba en los columpios: “Me alegro cuando
veo que la gente viene con niños. Así empecé yo y también mucha otra gente que
conozco. Cuando traigo a mi hija se lo pasa fenomenal. Al apostante hay que
cuidarlo, pero también hay que cuidar a la gente joven porque es el futuro.
Llevo años viendo las mismas caras. Si no nos renovemos, estamos condenados al
fracaso. Hemos tenido la mala suerte de que el hipódromo ha querido arrancar al
tiempo que el país ha caído en una crisis brutal. Es el momento más crítico,
pero si sobrevivimos ahora el paso habrá sido muy grande”.
Los cajones de salida se abren. Galopan los
caballos de la cuarta. La mirada puesta en el monitor: “Barañáin se coloca en cabeza; Brindos,
el favorito, es segundo…”.
Noviembre de 2013 (publicado en A Galopar)
Carlos Guiñales
(1). Desde junio de 2014, Javier Hernández, felizmente recuperado de su lesión, vuelve a narrar las carreras para Teledeporte. A Carlos Miguel le estamos eternamente agradecidos por sus magníficas retransmisiones.
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