Juan José Chavarrías
JUAN JOSÉ CHAVARRÍAS: VIVIR CON DOS CABALLOS.
Dieguito Rivera, recuperado de una castración,
ha regresado al hipódromo hace solo unas semanas. La noticia es excelente para
su preparador, Juan José Chavarrías,
y también para Sir Alfil, que vuelve
a tener compañía en la cuadra. Con solo dos caballos en sus boxes, quién fuera
preparador de Cumbrales personifica
los tiempos difíciles que atraviesa el turf en España, pero también encarna su
deseo de supervivencia, la moral irreductible de los profesionales que se
aferran con pasión a su trabajo.
UN APELLIDO
ILUSTRE EN EL HIPÓDROMO.
![]() |
Juan José Chavarrías y Pisueña's Witch |
Su abuelo fue Vicente Chavarrías, notable pionero de la fusta, uno de los mejores
jockeys de su época: montó antes y después de la Guerra Civil. Su padre, Juan Vicente, fue uno de los mejores
jinetes de obstáculos que ha habido en España: ganó la estadística durante diez
años consecutivos. Juan José recogió
el legado de ambos: debutó a los 14 años, logrando la victoria en su segunda
salida a la pista montando a Mirveda,
y a los 16 se impuso en el Gran Premio de Aprendices con Elcano; después el peso le marginó de las carreras de liso, tal como
le había sucedido a su padre, y se recluyó en los obstáculos, disfrutando a
cambio de la sensación de volar a caballo –como hacía Perseo, el héroe de la mitología griega- en cada salto: “Gané cerca de veinte carreras y me caí en
otras tantas. Tengo varios huesos rotos”. También tiene el record de haber
ganado la carrera sobre mayor distancia que se ha disputado en España, al menos
en la era moderna del turf: “Fue un
Steeple-Chase de 5.600 metros, con ría incluída y setos de todo tipo. Se corría
por el interior del hipódromo. Monté a Pisueña’s
Witch y los dos llegamos a la meta agotados. Me agarraba a las crines para
no caerme. Correr en vallas es muy distinto. No solo por el miedo que se pasa –dice
sonriendo- sino por todo el tiempo que
tienes para pensar, observar a tus rivales y decidir cuándo atacas. Me gustaba
ver venir el obstáculo”.
Juan Vicente, su padre, interviene en la conversación: “En mi época había grandes jockeys de
vallas. Una vez estuve a punto de correr el Grand National. La Marquesa de Negrón (Yeguada Las Cuevas)
tenía un caballo de obstáculos en Inglaterra. Había ganado tres carreras y quería
que yo lo montase en Aintree, pero unos días antes de la carrera me llamaron
para decirme que el caballo se había roto. Después me planteé ir con Caifás, entrenado por mí. Era un
caballazo. Lo saltaba todo. Ganamos seis carreras seguidas en España, pero al
final no nos decidimos”.
![]() |
Juan Vicente Chavarrías, volando sobre Vinatero |
Padre e hijo comparten anécdotas. Juan Vicente se había hecho preparador
en 1971 y un par de años después llegó a su cuadra uno de los mejores caballos
que recuerda, El Gaucho. Tanto
confiaba en él que para la edición del Gran
Premio de Madrid de 1976 que contrató a Lester
Piggott: “Era tan alto como yo y
tenía un estilo poco fino, pero lo hacía de maravilla. Fue una carrera extraña,
le molestaron, entró último en la recta y aun así quedó cuarto”. Quién
interviene ahora es Juan José: “Yo tenía 14 años
y aquel día montamos juntos. Le pedí que me regalase la fusta, para quedármela
de recuerdo. Pero cuando me la enseñó vi que era un látigo de piel de ballena,
muy duro, y me di cuenta de que nunca la iba a poder utilizar”. La historia
de la carrera no termina aquí: según publicó la revista Gran Premio, el
aprendiz Mariano Hernández recibió
un fustazo de Piggott en la primera
curva… con aquel curtido y persuasivo látigo.
![]() |
Padre e hijo, junto al gran Lester Piggott, en 1976. |
OBSTÁCULOS TODAVÍA MÁS GRANDES.
A los 27 años, la carrera de Juan José
Chavarrías quedó paralizada. Le diagnosticaron leucemia en fase avanzada.
Durante una década luchó contra la enfermedad –esa fue, en realidad, la carrera
de Steeples más larga de su vida- y tuvo que dejar de montar. Pero acabó
venciendo. Se hizo preparador y se puso a trabajar, codo con codo, junto a su
padre. El bravo Trazo (que perdió
una Copa del Rey por una cabeza con Paulino
García desestribado desde la salida, haciendo que Juan Vicente estrellase sus prismáticos contra el suelo), la rápida
y precoz Reina Noora o el
prematuramente malogrado Monimbo
fueron algunas de las estrellas fugaces de la cuadra, pero el verdadero campeón
fue el Bering Cumbrales, ganador del último Gran Premio de Madrid –rebautizado
aquel año Romanones- que se disputó en La Zarzuela antes del largo eclipse: “Estuvimos luchando toda la temporada
contra Toba. Cumbrales era muy complicado, se mordía en el box a causa de los
nervios y tenía que ir siempre solo. Le dediqué mucho tiempo hasta que se tranquilizó
y pudo galopar con otros caballos. Toba
nos batió en el Ayuntamiento, pero nosotros ganamos el Corpa y el Gran Premio”.
Fue la última gran victoria de los Chavarrías. En la Copa de Oro Cumbrales solo pudo ser tercero, Madrid
se quedó sin carreras y Javier Aznar,
propietario de la cuadra Bering, decidió llevarse a Lasarte la mayoría de sus
caballos. Juan José se encontró con
los boxes vacíos y lo dejó. Cambió la hierba del hipódromo por los greenes del golf: “Quiénes hemos trabajado toda la vida en el hipódromo nos creemos que
no sabemos hacer otra cosa, y no es verdad. Disfruté mucho como encargado del
mantenimiento de campos de golf”.
SIR ALFIL Y DIEGUITO RIVERA.
Después de la reapertura el gusanillo del
turf le picó de nuevo. Compró una yegua, Lady
Dora, que ganó dos carreras, y pudo entrenar algún caballo (Lord Enzo) de cierto valor. Ahora solo
tiene dos, pero no se queja por ello: “Mientras
tenga caballos, soy feliz. Estoy todo el día con ellos, paseándolos y dejando
que estén fuera del box el mayor tiempo posible, algo que no pueden permitirse
las cuadras con muchos caballos. He perdido 27 kilos para poder montarlos yo
mismo. Son normalitos, pero espero buenas cosas de ellos. Dieguito Rivera ha ensanchado, le ha sentado bien la castración y
va a recuperar el valor que dio en el debut. Y con Sir Alfil también nos vamos a divertir. Si conseguimos victorias,
imagino que llegarán más caballos”.
![]() |
El clan Chavarrías, en la actualidad. |
La charla con los Chavarrías podría continuar durante horas. Juan Vicente, el padre, lamenta que el hipódromo de La Zarzuela no
le consultase cuando, hace ahora un año, trató de reintroducir las carreras de
vallas, con el resultado que ya conocemos. Y Juan José habla con orgullo de su hijo -¡la cuarta generación!-,
que está en Francia como mozo en una cuadra con más de cien caballos de
obstáculos. A la reunión familiar, esta vez dentro del paddock, se suma por fin
Ana, la imagen del turf en
Teledeporte.
Marzo de 2014 (publicado en A Galopar)
Carlos Guiñales
Comentarios
Publicar un comentario