Mauricio Delcher
MAURICIO DELCHER. MAESTRO DE MAESTROS.
Mauricio Delcher ha pasado las navidades con su
familia en Chantilly, una pequeña ciudad situada al norte de Francia, famosa
por la crema batida y las carreras de caballos.
Allí se afincó hace casi un año su hijo Mauri. Y allí fue donde él mismo forjó su carrera como jockey, antes
de seguir la ruta trazada –de Francia a España- por su paisano Claudio Carudel. De eso hace ya más de
medio siglo.
MAISSONS-LAFFITTE,
CHANTILLY Y LA ZARZUELA.
Aunque dejó de entrenar hace algo más de dos
años, Mauricio acude con frecuencia
a La Zarzuela –nunca falla, de hecho, si corre algún caballo de sus hijos- y
sigue pendiente de la actualidad del turf. Se retiró sencillamente porque, a
los 75 años, consideró que “ya era hora
de jubilarse”, pero los caballos siguen formando parte de su vida y, sobre
todo, de su memoria. Tenía 13 años cuando montó por primera vez: “Un tío mío era muy aficionado a las
carreras y siempre me decía lo mismo: con lo chiquitito que eres, tú has nacido
para ser jockey. Me presentó a un entrenador en Maissons Laffitte y empecé a
trabajar. Ser aprendiz era casi una esclavitud. Nos utilizaban para todo y no
nos pagaban nada. Me levantaba a las cuatro de la madrugada y era el último en
irme de la cuadra. Luego me fui a Chantilly, donde había carreras casi todo el
año”.
En Chantilly se convirtió en jockey, pero fue
en Madrid donde encontró la felicidad: “Vine
en 1960. Gané el Diputación con Faldrú.
Me enamoré, me casé y me quedé en España”. Y así, del mismo modo que Claude Carudel se convirtió en Claudio,
Maurice Delcher sería conocido a
partir de entonces como Mauricio: “Carudel
era el número uno. Era muy difícil pelear con él. Un recuerdo memorable es
cuando le batí en el Derby con Fenicio,
un caballo de Blasco, después de
luchar toda la recta contra él”. Fue en el Villapadierna de 1964. Carudel montaba a Todo Azul y ambos jockeys emocionaron al público asistente aquel
día en el hipódromo: galoparon –según la reseña qué publicó el diario ABC- en
las dos últimas posiciones durante toda la carrera, marcándose de cerca, y solo
aparecieron en la recta final, ambos por el exterior, para jugarse la victoria.
Fenicio ganó por solo medio cuerpo.
Viendo algunas grabaciones de la época llama
la atención cómo ha cambiado el estilo de montar, pero sobre todo la forma de
abordar las carreras. Delcher y Carudel fueron, sin duda, dos de los
artífices de ese cambio: “Antes consistía
en salir delante, a palos, y hasta donde llegabas… llegabas. Ahora se monta mucho
mejor, con más tranquilidad. Se ha aprendido mucho de Francia.
Su carrera como jockey se truncó, siendo
todavía muy joven, por culpa de un accidente de tráfico. Se fracturó el fémur,
tuvo que pasar por el quirófano, pero la pierna nunca se recuperó de todo: “Durante algunos años seguí montando para la
Yeguada Militar, pero no estaba bien. Antonio
Blasco me regaló una yegua, Estampa,
y empecé a entrenar”.
En el hipódromo de La Zarzuela, en una imagen de 1976. Foto: Diaz Portas. Corta Cabeza Wordpress. |
DE
PRINCIPIANTE A DECANO.
Desde su debut con Estampa en 1965 hasta su despedida con Festeiro en la Copa de Oro de 2011 han pasado 46 años, cientos de
caballos y miles de carreras imposibles de condensar en una breve charla. Hacer
inventario de victorias, cuando se han ganado tantos grandes premios es casi
imposible, pero los primeros nombres que le vienen a la memoria son los de Geisha, ganadora del Memorial Duque del
Toledo de 1973; y El Campillo,
vencedor del Derby de 1976. Ambos defendían la chaquetilla azul de Nicholas Biddle, un nortemaricano
afincado en España, inmenso aficionado a las carreras: “Tuve mucha suerte de
poder trabajar con él durante muchos años. Fue un gran propietario”.
Cuando recuerda sus triunfos, Mauricio siempre menciona los nombres
de los propietarios -no solo por agradecimiento, sino porque sabe muy bien que
el turf no existiría sin ellos-. Para la cuadra Machín, por ejemplo, ganó el
Gran Premio de Madrid con Villa d’Este,
y la Copa de Oro con El CriCri, uno
de los ejemplares más díscolos que han pasado por sus manos: “Hay caballos que luchan contra ti, son muy buenos pero no se
entregan. El CriCri era uno de
ellos. Tiraba muchísimo. Había que administrarlo en los entrenamientos y
planificar muy bien las carreras”. Pero
existe un caballo del que todavía hoy se siente orgulloso. Se trata de Soudzou, un velocista inolvidable: “Era muy rápido; intenté que fuese detrás,
pero no había manera. Al final decidimos que era mejor dejar que galopase a su
gusto; y fue un acierto, porque ganó ocho carreras seguidas. Era de la cuadra
Sabodia. Siempre lo montaba mi hijo Christian”.
Tenía cerca de 60 años cuando el hipódromo de
La Zarzuela –que durante casi media vida había sido su casa- cerró. En lugar de
retirarse, Mauricio Delcher hizo las
maletas y se marchó a San Sebastián, donde aún tuvo tiempo de forjar a Okawango, doble ganador del Gobierno
Vasco: “En Lasarte nos echaron una buena
mano. Les estoy muy agradecido. Si no llega a ser por ellos, no sé qué habría
sido de las carreras en España, pero el hipódromo de La Zarzuela sigue siendo
especial. Es una belleza”.
Por eso regresó, ya como decano de los
preparadores en activo en nuestro país, y durante varios años continuó
ensillando ganadores -Newango, Mariscal, Festeiro- hasta sumar más 800 victorias. Solo Francisco Cadenas y Jesús
Méndez le superan en el ranking histórico de triunfos.
Mauricio Délcher ha transmitido a sus hijos la pasión por los caballos. Foto: Amigos del Moyate. |
SOBRE
CHRISTIAN Y MAURI.
Christian y Mauri Delcher parecen empeñados en superar su legado. Paradójicamente,
Mauri ha cubierto el mismo
itinerario que hizo su padre, pero a la inversa: de Aravaca a Chantilly. Y
Christian se ha establecido en Pau, buscando nuevas oportunidades, nuevos
retos, en la primera división del turf: “Les
echo de menos, me ha afectado bastante, pero estoy muy orgulloso de ellos. Se
han ido por las circunstancias. Mauri
no quería marcharse, pero aquí no había suficientes caballos y propietarios y
ha tenido que buscar refugio en Francia”.
Los dos han heredado de su padre una cualidad
que Mauricio sitúa por encima de
todas: “Aman al caballo. Para dedicarte a
esto tienes que amar al caballo. No es un oficio de señoritos. Tienes que estar
con él todo el año dentro del box y tener un conocimiento completo de su anatomía,
saber su distancia y su valor”.
Mauricio espera la llegada de la
temporada de primavera, ya solo como un aficionado más. Y espera poder vibrar,
de nuevo, con las victorias de los caballos viajeros de Christian y Mauri Delcher.
Enero de 2014 (publicado en A Galopar)
Carlos Guiñales
Muy interesante tu historia! que afortunado eres de poder hablar de tu a tu con los protagonistas de tus historias. Yo cuando escribo sobre un caballo, es sobre lo que leo o veo, mi propia opinión, pero me encantaría poder hablar con propietarios, preparadores, jockeys,... que es donde se descubre lo más interesante.
ResponderEliminarYo cuando iba al hipódromo me encantaba escuchar... los comentarios del resto de aficionados, así también se aprende mucho! jejeje
Un saludo!