Eduardo Fierro
Eduardo Fierro: pequeñas cuadras, grandes caballos
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Tanto la cuadra Edif, creada por Eduardo Fierro a mediados de los años
70, como la cuadra Habit, ideada por su mujer y sus hijos a raíz de la
reapertura de La Zarzuela, han tenido siempre pocos caballos pero la mayoría han sido de
una calidad indudable. Los éxitos de Bariloche,
Habit, Lusitana, Fado, Ivory Land y Celtic Rock podrían hacer pensar que es un propietario con suerte,
pero detrás de ese ramillete de campeones, existe una poderosa razón a la que
nuestro protagonista invoca con frecuencia: “Paciencia.
Con los caballos hay que ser como el Santo Job”.
HABIT, BARILOCHE Y EL SOLDADO
Su padre, Arturo Fierro, ya fue un excelente propietario. Sus caballos Hypocrate y Zorba ganaron respectivamente el Derby y el Nacional de 1970 y
disputaron el accidentado Gran Premio de Madrid de aquel año: “Zorba
cayó en la curva e Hypocrate, que venía
justo detrás, perdió sus opciones. Lo peor fue que ambos acabaron lesionados. Mi
padre abandonó el turf poco después porque, después de hacer muchas gestiones para
sacar adelante la apuesta exterior, los responsables de Fomento no quisieron
aprobarla y acabó tan harto que un día me dijo: te regalo la cuadra. Yo solo
tenía 21 años, me asocié con la familia Bergareche
y creamos la cuadra Fiberg; después estuve un tiempo trabajando en Venezuela y,
cuando regresé, fundé la cuadra Edif”.
En 1981, Bariloche logró la primera gran victoria para sus colores, el
premio Cimera: “Agustín García quería que lo montase John Reid pero yo no estaba muy de acuerdo. Un día me llama y me
dice: he hablado con el general y todo está resuelto, lo va a montar un
soldado, se va poner en cabeza y nadie se va a atrever a pasarle porque es militar”.
Aquel soldado era en realidad un aprendiz llamado José Carlos Fernández que cumplía el servicio militar e interpretó
el guion a la perfección. Bariloche,
cosa rara en él, tomó la punta y llegó hasta el final. Fue el inicio de la relación
profesional entre ambos hombres y el de una amistad que duró más de 30 años: “Fueron años gloriosos. Habit y Bariloche eran los
dos mejores milleros del hipódromo. Uno siempre corría delante y el otro
detrás, controlando a los rivales para venir sobre ellos y hacer gemela. A Habit lo montaba siempre José Carlos, pero Carudel quería ganar el Gobierno Vasco con Bariloche y, en privado, le di permiso. En la recta Habit venía dominando, José Carlos no se lo podía creer cuando
su compañero le atacó al final para quitarle el triunfo. Era la persona más
educada, honrada y profesional que he conocido en el hipódromo, nunca le oí
hablar mal de nadie pero, al ver pasar a Claudio,
soltó un taco y tardó unos días en perdonármelo”. Con el tiempo, Habit demostró ser algo más que un
millero, ganó grandes premios sobre dos curvas y se despidió del turf venciendo
en el Blasco solo una semana después de disputar el Memorial.
DE LUSITANA A IVORY LAND
Lusitana fue la siguiente gran obra de Fierro y del preparador Agustín
García, una excelente corredora y magnífica reproductora, madre de Puertollano y Fado: “Con Puertollano debutó y ganó como aprendiz
Ioritz Mendizábal. Tenía mucha clase
pero de foal su madre cayó sobre él y le destrozó la espalda. Se lo advertimos
a John Reid cuando vino a montarlo
en el Cimera y, después de ganar la carrera, nos reconoció que habría sido un
fuera de serie de no haber estado lisiado”. Los principales éxitos de Fado (ganador de listed, colocado de
Grupo III) llegaron en Francia porque el hipódromo de La Zarzuela cerró en
1996. Fierro era entonces presidente
de la Sociedad de Fomento: “Me presenté a
las elecciones para tratar de evitar el cierre. Sarasola estaba bajando cada vez más los premios y presentó un
programa de carreras que la mayoría de los socios votó en contra. Yo era
partidario de aprobarlo porque no hacerlo era ponerle en bandeja el cierre del
hipódromo, y eso supuso la debacle total y absoluta”.
Los caballos de la cuadra Edif se
repartieron entre Francia y España, pero tardó en aparecer un nuevo campeón, Ivory Land: “No había cumplido dos años y Román
Martín ya me decía que era un caballo para correr en Francia, que no había
otro igual en la cuadra, y acertó de pleno. Acabó ganando Grupo II, Grupo III y
cinco Listed. Tenía un carácter buenísimo, sabía respirar en carrera y por eso
hacía tanta distancia. Ahora está como semental en Milagro aunque apenas se ha
estrenado”.
CELTIC ROCK Y EL SANTO JOB
Eduardo Fierro compró a Celtic
Rock en Deauville para la cuadra Habit: “Les
dije a mi mujer y a mis hijos que administrasen ellos la cuadra y eligieron a José Carlos como preparador, pero puedo
decir con orgullo que a Celtic lo
elegí yo. Con los caballos me pasa lo mismo que con las personas, me fijo sobre
todo en los ojos y, en la mirada de Celtic,
vi algo especial. Se convirtió en el mimado de la cuadra, mordía a todo el
mundo pero transmitía clase, se notaba que era un líder y fuimos pacientes con
él. A 3 años lo corrimos fuera de distancia y llegaba a la recta asfixiado. Comenzamos
a trabajarlo en dos curvas y vimos que se crecía. Disfrutamos una barbaridad en
Sevilla. Ganar en Dos Hermanas, con la alegría que se viven allí las carreras,
no se me olvidará en la vida. El Reapertura, aquel reto con Abdel, fue una carrera magistral, casi
suicida. Y ganar el Gran Premio de Burdeos fue algo maravilloso. José Carlos se sorprendía de que nadie
le felicitase, pero es que a los franceses les sentó fatal la derrota. A José Luis Martínez solo le pedíamos que
no lo tocase con la fusta porque no le gustaba y lo único que hacía era
enseñársela. Y a Soumillon, cuando lo
montó en Francia, le dio las instrucciones mi mujer: una cosa le quiero decir, Monsier
Soumillon, no le dé un solo palo, ¿entendido?
Acto seguido, Soumillon le entregó
la fusta a mi mujer y se subió al caballo. Tuve que ir corriendo a devolvérsela
–recuerda entre risas- por si acaso, pero
no llegó a utilizarla. Celtic Nunca
ha recibido un palo”.
Celtic Rock, con José Luis Martínez en Lasarte. Imagen: blogs.diariovasco.com |
Esa misma paciencia que tan bien
funcionó entonces se utiliza ahora con Portobelo,
la nueva esperanza de la cuadra: “Tiene
un gran físico pero en el hipódromo se comporta como un niño, solo piensa en
ligar. Esta semana disputará su última carrera del año. Estamos bajándole poco
a poco de distancia porque pensamos que es mejor en 1600 metros, pero es muy
atrasado. Los caballos de su familia dan su mejor valor a cinco años. Con Fernando Pérez tenemos un dos años,
hijo de Peintre Celebre, que no ha
debutado porque es demasiado comilón, y hemos comprado dos yearlings que ya
están con Ana Imaz y Carlos Fernández”.
Aunque ha vuelto a La Zarzuela, el
que no volverá a correr es Celtic Rock:
“Los caballos como Celtic, Abdel o Fortun luchan hasta reventar y llega un
momento en que no se les puede pedir más. Podríamos probarle con brincas pero a
un caballo que me ha dado tanto solo le debo afecto y agradecimiento. Puede que
vaya como semental a Torreduero pero, de momento, está en los boxes de Fernando Pérez. No se lo llevé a Carlos Fernández por motivos sentimentales,
pero el otro día me contó José Luis
Martínez que salieron juntos a pasear por el monte y, de pronto, Celtic se detuvo, se giró y fijó su
mirada hacía el lugar donde estaba la cuadra de José Carlos Fernández…”. Era la misma mirada, sin duda, que una
vez llamó la atención de Eduardo Fierro
en aquella subasta de Deauville.
Octubre de 2015 (publicado en A Galopar)
Carlos Guiñales
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