Sergio Vidal
SERGIO VIDAL, EL HOMBRE TRANQUILO
Sergio Vidal tiene en su preparación diez caballos, más o menos el
mismo número que ha tenido siempre. Los éxitos obtenidos por El Topo no parecen haber cambiado la
vida de este hombre tranquilo y afable, pero también franco y directo. Sergio reflexiona con nosotros sobre su
larga trayectoria profesional, los acontecimientos recientes del turf en España
y el futuro de las carreras de caballos.
DE ASPIRANTE A VETERINARIO A
JOCKEY PROFESIONAL
El turf apareció en su vida de
repente, como un fogonazo, siendo todavía un crío: “El padre de un amigo nos llevó a Lasarte una tarde a las carreras y me
quedé prendado. Era verano, no tenía colegio y cada día me levantaba temprano
para coger el autobús y ver los galopes. A los mozos y preparadores les hacía
gracia ver allí a un chaval con cronómetro y prismáticos y pronto me hice amigo
de todos. Ellos me daban soplos y yo se los pasaba a mi padre, al que fui
aficionando poco a poco, y gracias a esos soplos acertó dos quíntuples”.
Con las 600.000 pesetas cobradas
por una de ellas, su padre compró a Tantum,
un caballo que había sido de Rosales,
y con él aprendieron a montar Sergio
y sus hermanos en el Club de Hípica. Un día le presentaron a Christian Délcher y después a su padre,
Mauricio, que le subió a un caballo
nada más verle, le puso los estribos cortos y le pidió que hiciese un cánter: “Al regresar me dijo que estaba listo para
montar y me contrató. Mauricio se
convirtió en una especie padre hípico para mí. Fue el mejor verano de mi vida.
En septiembre nos fuimos al sudoeste francés, toda una excursión entonces, con Atlético, Carvin d’Auge y Jet Plane,
a los que yo galopaba por las mañanas, y ganamos el Gran Premio de Biarritz. Estaba
como loco con los caballos y decidí que ya no estudiaría Veterinaria, mi plan
hasta entonces. Les dije a mis padres y a Mauricio
que quería marcharme a Madrid para trabajar de mozo. Menudo revuelo se montó en
casa y hasta el propio Mauricio me
aconsejó que no lo hiciese, que éste era un oficio muy duro. Pero no le hice
caso, en otoño me presenté en Madrid y él mismo acabó dándome trabajo”.
Debutó como gentleman con una
yegua de Lorenzo Sanz llamada Écija y tardó en alcanzar su primera
victoria. Fue con Bella Davina,
preparada por Alfonso Pérez, en una
tercera parte de hándicap: “Fue mi mayor
alegría como jinete. A partir de ahí preparadores como Miguel Alonso y Enrique
Bedouret me dieron bastantes oportunidades, en poco tiempo gané 14 carreras
y entonces la Sociedad de Fomento, a petición de los jockeys de entonces,
redujo a 15 el número de triunfos a partir de los cuales se perdía el descargo.
No me quedó más remedio que hacerme profesional”.
A pesar de sus dudas iniciales, Vidal se convirtió entonces en jockey
de la poderosa cuadra Alborada y su
palmarés cobró lustre: Gobierno Vasco (cuatro veces), Gran Premio de San
Sebastián, Cimera, Valderas y Oaks en solo unos años: “Tengo clavada la espina de no haber ganado la Copa de Oro a pesar de
que estuve cerca varias veces, pero guardo muy buenos recuerdos de las
victorias con Súa para la familia Font y con Wavy Run en un Gobierno Vasco donde batimos a Partipral, con Santiago
Calle, y Alamtarah, con Walter Swimburn, en una de las mejores
carreras que se han disputado jamás en España porque los tres primeros fueron
ganadores de Grupo en Francia”.
Vidal fue de los primeros jockeys españoles en montar regularmente
en Francia y llegó a ganar un listed con Okawango
en Toulouse, pero las báscula y las secuelas provocadas por varias caídas le
hicieron retirarse en 2006: “Cuando uno
ya no pone toda la carne en el asador en cada la carrera por miedo a sufrir una
caída más, significa que ha llegado la hora de dejarlo. Pienso que no logré
todo lo que hubiese podido por falta de fortaleza mental. Era irregular. Cuando
estaba en forma era capaz ganarlo todo, pero cuando las cosas no me salían
sentía que paraba a los caballos. Fue mi gran limitación”.
Y APARECIÓ EL TOPO
Preparador desde el año 2000, Sergio siempre ha trabajado con pocos
caballos. Algunos como Toledo,
ganador de 15 carreras, o Bye Bye Blues,
vencedor en Longchamp y del Gran Premio de la Teste, fueron notables ejemplares,
pero ha sido El Topo el primer
verdadero campeón que ha podido entrenar. Un caballo, curiosamente, por el que
nunca hubiese apostado: “Nadie lo quiso
en la subasta, sus propietarios se quedaron con él solo para sustituir a Crack y, cuando llegó a la cuadra, me
encontré con un caballo que parecía inválido; era torcido, con unos aplomos
horrorosos, además de vago y torpe; se tropezaba con todo. Llegué a pensar que
jamás llegaría a correr. Pero en la pista, cuando empezó a entrenar con otros
caballos, sacaba un buen golpe de riñones. Tenía motor. Y esa es la grandeza de
los caballos. Nunca son una ciencia exacta”.
Durante el verano confirmó
aquella impresión. Vizcaya le batió
en el debut y un excelso Sir Andrew
le metió nueve cuerpos en la siguiente, pero a la tercera se desquitó y a la
cuarta humilló a sus rivales en el Gran Premio Milagro. Una nueva victoria en
Francia en Cagnes-Sur-Mer, al principio de sus 3 años, le animó a disputar el
Prix Montenica en Chantilly, un listed ante muy dignos caballos franceses: “Aprovechamos que El Topo ya tenía una carrera en el cuerpo y los demás reaparecían.
Después de aquella victoria el caballo se vendió. Lo comprendí y apoyé la decisión de los
propietarios. Ahora se llama Celestial
Nova y va a hacer cosas muy sonadas en Hong Kong. En Europa no llegó a
demostrar lo bueno que era. O ganó fácil o perdió fácil. No tuvo ninguna
carrera dura de verdad”.
El Topo ha sido hasta ahora el mejor caballo entrenado por Sergio Vidal |
UN AÑO DIFÍCIL
A pesar de los triunfos de El Topo, Sergio Vidal ha vivido con amargura e incomprensión todo lo
sucedido en el turf español durante la primera mitad del año: “No había argumentos válidos para suspender
las carreras y el tiempo lo ha demostrado. No me parecía coherente desviar el
dinero de LAE hacia los trotones y así lo manifesté, aunque después todo se
llevó demasiado lejos y me entristeció que ambas partes no llegasen a un
acuerdo. En San Sebastián entendíamos que se podían y debían dar carreras. Nos
daba igual quién fuese el regulador y en eso coincidíamos con el Ayuntamiento,
que hizo las gestiones necesarias, y después apareció el apoyo de LAE. Espero
que al final no haya sido una temporada muy deficitaria”.
Sobre la creación del nuevo Jockey
Club y el futuro del turf, reflexiona con cautela: “Sigo viendo incertidumbre. Un turf subvencionado por el Estado no
puede durar toda la vida. Creo que la privatización no debe estar muy lejos y
posiblemente eso fue lo que provocó la guerra por los derechos de imagen, la
necesidad de tener el control de todo. La solución que se ha tomado ahora, si
realmente funciona, habrá que darla por buena, pero se han corrido muchos
riesgos y la fractura provocada en el turf ha sido muy grande. Se ha pagado un precio
muy alto”.
A nivel deportivo, Sergio mantiene intacta la ilusión. Narru y Jai han viajado a Madrid para disputar las dos primeras jornadas
del otoño: “El primero es claramente un
caballo de distancia y el hijo de Gatz
es mi ojito derecho. No correremos mucho más este año. Los caballos de menos
nivel saldrán pronto de la cuadra. A cambio, espero amarrar tres o cuatro
potros con orígenes a los que no estoy acostumbrado, entre ellos la hermana de Noozhoh Canarias y un hermano de Literato. Hasta ahora no he podido
demostrarme a mí mismo lo bueno o malo que soy como entrenador, en parte por las
limitaciones de Lasarte como centro de entrenamiento, pero tengo claro que no
es el entrenador el que hace buenos a los caballos sino los caballos los que
hacen bueno al entrenador”.
Octubre de 2014 (publicado en A Galopar)
Carlos Guiñales
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