Historia de dos aficionadas

HISTORIA DE DOS AFICIONADAS.


Blogs, foros hípicos y redes sociales se han convertido en lugares cada vez más transitados por aficionados al turf para intercambiar información, plantear debates o, simplemente, expresar su devoción por el mundo de las carreras. En ese tupido bosque digital me ha llamado la atención en las últimas semanas la presencia de dos aficionadas singulares. No solo por ser mujeres en un entorno de mayoría masculina, sino por la pasión incondicional que demuestran hacía este deporte.

Margarita Sanz, en el lugar sagrado.


Margarita y la yegua Vetonia.
Uma, en japonés, significa caballo. Ese es el nombre que eligió Margarita Sanz cuando comenzó a escribir en el foro de A Galopar el 5 de junio de 2014, breve tiempo durante el cual ha publicado cientos de comentarios: “No soy activa en las redes sociales, pero llevo mucho tiempo leyendo toda la información sobre turf que soy capaz de encontrar. A veces, cuando leía el foro, me aburría la visión negativa y criticona de algunos. Sentía ganas de aportar algo, de compartir mi pasión por las carreras, y siempre encuentro un hueco para saciar mi inagotable curiosidad por el turf”.

Margarita no es ninguna recién llegada. Su padre, fotógrafo como ella, fue un gran amante del turf. Así que frecuenta el hipódromo de La Zarzuela desde muy pequeña, aunque fue a partir de la reapertura cuando se aficionó de verdad: “Mi padre y yo jugábamos a medias y él siempre me decía: yo pongo a mis favoritos y tú a tus corazonadas. Hacíamos un buen equipo. Murió hace cuatro años, siendo todavía muy joven, y desde entonces vengo al hipódromo todavía con más cariño. Para mí se ha convertido en un lugar casi sagrado”.

Le gusta observar a los caballos en el paddock junto a sus amigos sabios -esos que identifican el estado de forma de un caballo de un simple vistazo- y suele combinar en sus apuestas el corazón con la lógica: “Por eso –dice con emoción- acerté la gemela Achtung-Entre Copas del penúltimo Gran Premio de Madrid”. Aquel día, por cierto, debió quedarse casi sin voz en la tribuna norte, porque reconoce que grita -y además bastante- cuando los caballos galopan hacia la meta; pero hay detalles que definen todavía mejor su pasión este mundo: “Me gusta bajar a pie de pista cuando hay galopes una vez que las carreras han terminado. Entonces no queda nadie en el hipódromo y puedes escuchar el sonido de los cascos de los caballos pasando junto a ti”.

Celtic Rock, José Luis Martínez y Cazalis,
fotografiados por Uma en La Zarzuela.
Tiene una asignatura pendiente: presenciar en directo la Copa de Oro, pero este año tampoco podrá ser a causa de su trabajo. Una pena, porque no podrá ver a su equipo favorito, el que forman Celtic Rock y José Luis Martínez: “Me han gustado otros caballos, como Suances, Jade o Camuray, pero Celtic es mi debilidad y a José Luis le admiro entre los jockeys, sobre todo por su sentido del paso, su forma de cuidar al caballo y su capacidad para medir las carreras. Además fue capaz de sobreponerse a una gravísima caída. Un día le pedí a su madre, que es encantadora, unas gafas suyas, como recuerdo”.

Desde el ordenador de su casa, en el foro de A Galopar, Uma siempre aporta valiosa información, recordándonos cada día que las carreras de caballos, mejores o peores, están ahí para disfrutarlas; pero es en el hipódromo de La Zarzuela donde Margarita Sanz se siente como en ninguna otra parte: “Siempre vuelvo. Es mi lugar sagrado. Creo que de allí mi padre no llegó a irse del todo…”

Laura Calderín, simplemente un sueño.

Laura Calderín, en cambio, nunca ha estado en el hipódromo de La Zarzuela, ni en ningún otro de la península. “Es mi sueño. Poder ir algún día y ver las carreras en directo”, dice esta joven grancanaria aficionada al turf desde pequeña, casi contra viento y marea: “Ni mi familia ni mis amigos eran aficionados, pero a mí me gustan los caballos desde que tengo uso de razón. Con 16 años mi madre me dio permiso para ir al hipódromo de Santa Lucía. Fui en transporte público. En la primera carrera, cuando galoparon junto a donde yo estaba, me asomé a la barandilla y los sentí volar por la pista. Ese subidón de adrenalina me atrapó para siempre”.


En otoño de 2014 las carreras regresaron a
Las Palmas. Arriba, Sir Pepo en el paddock
del hipódromo de Santa Lucía.
A la derecha, Laura Calderín.





El hipódromo de Santa Lucía se encuentra cerrado en la actualidad, y solo en algunos pueblos de la isla pervive la tradición de celebrar carreras sobre asfalto durante las fiestas. Nada que ver con la intensa actividad hípica que había hace solo unos años. Laura es de Telde, el mismo lugar donde nació Enrique León, y en los buenos tiempos vio ganar muchas veces a Noozhah, la yegua que corría para los hermanos Bolaños, la madre de nuestro Noozhoh Canarias: “Era una campeona. Aquí ganó casi todas las carreras en las que participó. Yo la adoraba. Que su hijo haya llegado a Newmarket es lo más emocionante que he vivido en el mundo de las carreras. Me entristece saber que ya no estará en las manos de Enrique León, pero seguro que los caminos de ambos estarán llenos de triunfos”.

En su blog dedicado al turf (simplementeuncaballo1.blogspot.com/) ha publicado entradas sobre sus caballos favoritos, generalmente los que llevan el apellido Canarias, pero también sobre el turf internacional. Seducida por el Derby de Kentucky, narra así la gloria y la tragedia de Bárbaro: “Recuerdo todas las veces que vi los vídeos de sus carreras, cada vez me fascinaba más. Y sobre todo su Derby de Kentucky... ¡Grandioso! Creo que vi esa carrera miles de veces, y que fue el caballo que me hizo amar el Derby, lo convirtió en mi carrera favorita. Luego vino el Preakness... ¡Me destruyó!... Lloré como quien pierde a un animal muy querido, a un ídolo, a un caballo magnífico, destruido en el mejor momento”.

Ella misma posee un caballo: “aunque ya es demasiado viejo –reconoce- para montarlo”, y acude a un picadero donde practica saltos y doma clásica: “Suelo concentrarme mucho y no me fijo en los otros caballos, pero un día apareció uno que me dejó boquiabierta. No podía dejar de mirarlo. Todos los ejercicios me salían mal y el entrenador me reñía continuamente. Al final me dijo: tenemos fantásticos caballos de doma. Entra en pista el único purasangre inglés que hay en el picadero y te hace perder la cabeza”.

Tal vez por eso, sus jockeys favoritos son los que no castigan mucho a los caballos: “Entiendo que un palo a pocos metros de la meta es necesario, pero tropecientos no. Por ahí no paso. Mi favorito es José Luis Martínez, sin dudarlo”.

El sueño de Laura, cuando viaje a La Zarzuela, es ver las carreras a pie de pista. Los caballos volverán a volar y es posible que Martínez tenga que regalar un nuevo par de gafas.

Julio de 2014 (publicado en A Galopar)

Carlos Guiñales

Comentarios

  1. Una vez más: GRACIAS!!!
    Sin carreras, ni en la Península, ni aquí... cada vez es más difícil darle vidilla al blog!
    Un saludo!

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  2. Un placer, Laura.
    Y tienes razón: tal como están las cosas, habrá que ir ampliando fronteras.

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