Jacinto Santos. Rosa de Lima.
JACINTO SANTOS: LA AFICIÓN, LO PRIMERO.
Casi cuatro décadas separan la victoria de Turín en el Premio Héctor Licudi,
disputado en La Zarzuela en 1972, del de Aka
Bay en una carrera celebrada en Pau en 2008. Ambos caballos defendieron los
colores de la cuadra Rosa de Lima, cuyo propietario es Jacinto Santos, uno de los mayores aficionados a las carreras de
caballos que existe en España. La chaquetilla roja con lunares blancos
permanece ahora guardada en un armario, esperando que el viento sople a favor
del turf para vestirla de nuevo.
HISTORIA DE
UNA CUADRA.
Jacinto Santos
comenzó a
frecuentar el hipódromo a mediados de los años 60, pero fueron los duelos que
en 1967 mantuvieron dos enemigos íntimos, Maspalomas
y La Scandalossa, –Ferial se sumaba en algunas ocasiones- los que
terminaron por apuntalar su afición: “Se
hablaba mucho de caballos; no solo el domingo, sino todos los días de las
semana. Íbamos de cola en cola para recoger las listas de pesos, participantes
y el programa definitivo en Fernanflor, la Puerta del Sol y el hotel Mindanao.
Los sábados siempre teníamos poule”.
Convertirse en propietario fue solo un paso
más: “Uno de mis amigos era, a su vez,
amigo de la Duquesa de Valencia. Le
compré dos caballos, Turín -que ganó
la primera carrera de amazonas que se disputó en España- y Ánsar; La cuadra Aragón nos vendió a Pamour y empezamos a criar con ella. Resultó ser una excelente
reproductora”. En efecto, del cruce con su admirado Maspalomas nació Yuppi Du,
y del emparejamiento con Todo Azul
surgió Melody, dos de los caballos
que más alegrías le dieron. En sus tiempos de bonanza, la cuadra Rosa de Lima
–cuyo nombre, por cierto, hace referencia a la Santa Patrona de la capital del
Perú- llegó a tener doce caballos: “Uno de los mejores fue El Brujo. Se lo compré a Ramón
Mendoza, con quién tenía una buena amistad. Llegó a correr el Gran Premio
de Madrid en 1987. Con Milord
corrimos la Copa de Oro en 1986. Paulino
García, que fue su jockey aquel día, me confesó mucho después que podía haber
ganado la carrera de no haberse cebado en punta con Hunting Star. Vino a pedirme disculpas y todo”.
Melody Singer logró posiblemente la victoria
más importante de la cuadra al imponerse, con solo dos años, en el Premio
Blasco de 1991. El vídeo de la carrera –cortesía, una vez más, de Príncipe Duero y Fylo- muestra cómo Melody
Singer, conducida por Mariano
Hernández, apareció como un misil en los últimos doscientos metros para
arrebatarle la victoria a Don´t Leave Me
y Fon Ruler en un electrizante
final: “Me hizo mucha ilusión, pero vi la
carrera muy tranquilo. Cuando llevas tanto tiempo viendo correr a tus caballos,
ya no te pones nervioso. Además, Conchita
Mínguez, su preparadora, me había dicho que con ese peso no podía perder”.
Melody Singer, ganadora del Antonio Blasco para la cuadra Rosa de Lima. |
Hacer inventario de nombres cuando se han
disputado tantas carreras es tarea imposible, pero Jacinto hace memoria y menciona
ciertas preferencias: “Entre los
caballos, recuerdo mucho a Bolshoi
Kosack, que era vallista, negro y poderoso; Solid Phase, que batió a Pentágona
después de disputar tres carreras en una sola semana; o Atlético, que ganó el Gran Premio de
Biarritz; Entre los jockeys, siempre he tenido especial cariño por Tolo Gelabert, pero Medina, Ceferino Carrasco, Mariano
Hernández y Mongelluzzo también
han montado mucho para mí. La lista de preparadores es igual de larga: Luis Maroto, Jesús Méndez, Gualberto
Pérez, Mauricio Délcher, Julio César Martínez, Claudio Carudel… Y, entre los
hipódromos, me gustaba mucho correr en Lasarte, donde nos han tratado siempre
de maravilla”.
MÁS ALLÁ DE
LA AFICIÓN.
Con su familia, después de recibir un trofeo. |
Si tuviese que escribir una biografía de su
propia vida, las carreras de caballos ocuparían una parte esencial. Pero, tal
como les sucede a otros aficionados veteranos, las carreras trascienden lo
personal para convertirse en algo más que un hobby: “Cuando nuestros hijos eran pequeños los traíamos. Era una manera de
convivir con ellos los fines de semana. Siempre he oído decir que el hipódromo
es clasista, pero quienes dicen eso no lo conocen. Es el sitio más apolítico
que he conocido en mi vida”.
Además de gran cinéfilo, Jacinto Santos es productor cinematográfico. El hipódromo le ha
servido para ampliar su círculo de amigos y colaboradores. Con uno de ellos, Fernando Savater, ha filmado Lugares con Genio (2011), una serie
documental a caballo entre el viaje y la literatura. Y en el propio recinto
madrileño ha rodado escenas de algunas de sus películas, tales como La zorra y el Escorpión (1983), La avispita Ruinasa (1983) y un peculiar
Otelo (1982) con Tony Curtis como protagonista. “No
tenían nada que ver con el turf, pero cualquier excusa es buena para rodar en
el hipódromo. Es un escenario fantástico”.
Uno de los tesoros que mejor guarda es su
colección de películas de temática hípica, lo que sirve para recordarnos el
excelente material que ha proporcionado el universo del turf a la historia del
cine, tanto cuando ha adaptado hechos reales -Reto al destino (1984), Seabiscuit,
más allá de la leyenda (2003), Secretariat
(2010)- como cuando ha servido para ambientar magníficas ficciones –Saratoga (1937), Atraco Perfecto (1976), El corcel
negro (1979)-, por citar solo algunos de los títulos más relevantes.
Ahora, como todos los buenos aficionados, se
siente preocupado por la situación que atraviesa el turf en España: “La apuesta exterior no llega y a los
grandes hipódromos cada vez acude menos gente porque las apuestas se hacen en
internet. Lo que pediría es un poco más de cariño por parte de los hipódromos
hacia los propietarios y profesionales que llevamos 40 años contribuyendo a que
haya carreras en España”.
Jacinto, que fue miembro de la Sociedad
de Fomento hace muchos años, lamenta también su situación actual: “Me da mucha pena, pero la Sociedad ya había
entrado en estado vegetativo en 1992, cuando el contrato que había con
Patrimonio Nacional paso a manos del hipódromo de la Zarzuela. Espero que ahora
las cosas mejoren. Me gusta hacer tablas y apostar. Pero no descarto volver a
tener caballos algún día, aunque el simple hecho de poder venir a las carreras
cada domingo es para mí un motivo de alegría”.
febrero de 2014 (publicado en A Galopar).
Carlos Guiñales
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