El Derby. Ayer, hoy y siempre

 

UN TRIBUTO AL DERBY

Este sábado se disputa en el Hipódromo de La Zarzuela el Derby. Desde hace casi cuatro décadas la considero mi carrera favorita -imagino que cada aficionado al turf tiene la suya propia, igual hasta coincido con muchos-, así que me apetecía escribir un poco sobre ella. Son varios los motivos de esta predilección. El primero de todos, su universalidad, esa idea que asocia la palabra derby a la palabra turf en el mundo entero. Hasta los futboleros han copiado el maravilloso vocablo, sustituyendo su y griega final por una i latina para atribuir el término a un partido de la máxima rivalidad, algo así como la madre de todas las batallas entre dos equipos. Esa universalidad se debe sobre todo a que no existe un solo derby, sino muchos derbys. El más famoso es el que se disputa en Epsom desde 1780. Es el derby genuino y fundacional, el derby al que el turf debe casi su mismísima existencia. Y hay después infinitas réplicas. Los norteamericanos presumen de su Kentucky Derby, los irlandeses tienen su incomparable Irish Derby, los franceses adoran su Jockey Club y nosotros tenemos el Gran Premio Villapadierna, que es precisamente mi favorito. Aunque me gustaría mencionar otros dos derbys que recomiendo visitar al menos una vez en la vida: el de Loredo, que se disputa en la fabulosa playa cántabra de Somo; y el de Innisfree, para cuya visión basta con asomarse a una pantalla y ver El hombre tranquilo, esa joya cinematográfica de John Ford, con John Wayne y Victor McLaglen haciendo de divertidos jockeys en la carrera de caballos más loca que se ha visto jamás.

Hay una segunda razón por la que celebro esta carrera de forma especial. Se disputa a principios de junio, cuando ya estamos a las puertas del verano pero todavía refresca por las noches. Es una época que me encanta. Además, la fecha de la carrera suele coincidir, días arriba o abajo, con mi cumpleaños.

RECUERDOS DEL VILLAPADIERNA

Un apunte primero sobre José de Villapadierna, célebre propietario y criador de caballos que da nombre a la carrera. La vida de este personaje -como sucedió con la de otros nobles de la época vinculados al mundo de los caballos, especialmente el marqués de Portago y el anterior Duque de Alburquerque, Beltrán Osorio- fue verdaderamente novelesca. Villapadierna compaginó su pasión por el turf con su afición por las carreras de coches. Disputó la clásica Targa Florio, posiblemente la carrera más peligrosa de su época -en la que precisamente Alfonso de Portago encontró la muerte- y se codeó con Nuvolari, Farina y Varzi en los grandes premios automovilísticos de los años 30, antes de la creación del campeonato del mundo de Fórmula 1. Este personaje de leyenda aparecía incluso en la película Rush, minuciosa recreación del duelo que protagonizaron Niki Lauda y James Hunt por el campeonato del mundo de 1976, curiosamente el mismo año que Rheffisimo, su último purasangre excelso, ganaba el Gran Premio de Madrid. Villapadierna era entonces presidente de la Federación Española de Automovilismo, y la película lo retrataba vestido con sus clásicos pantalones rojos, agitando la bandera a cuadros que señalaba a Hunt como ganador del Gran Premio de España de Fórmula 1 que disputó ese año en el circuito del Jarama.

Vamos ya con mis derbys. El primero que recuerdo -un viajecillo de nada hasta 1985- lo ganó Chayote, montado por John manos de seda Reid y preparado por Juan Luis Maroto. La recta fue preciosa. Chayote batió a los mismos que habían visto su trasero en el Velayos: el eterno segundo Kermoss, Lymington y Gatún. En el 86 ganó Finissimo, la penúltima maravilla de Beltrán Osorio -la última creo que fue Glauco-, montado -¡ay, qué gran tipo se nos fue! por José Carlos Fernández. En el 87, victoria para otro caballo nacional, Adriático -muy bonitos, por cierto, eran los colores de la cuadra El Vallecito-, con Paco Rodríguez en la silla. Y así, una primera semana de junio tras otra, vi ganar al casi azabache Vichisky, un pedazo de caballo y todo un carácter -Ceferino Carrasco, su jockey habitual, se refería a él, todavía no sé si cariñosamente o no, como "el hijo de Satanás"-; La Yegua, curioso nombre para un macho de José Luis Pérez del Amo que le dio a John Reid su segundo Spanish Derby; Akelarre, otro portento de la naturaleza -siete cuerpos le metió ese día al segundo- antes de doctorarse cum laude en el Gran Premio de Madrid y la Copa de Oro de San Sebastián; Servando, algo tosco pero buen fondista que ganó con Cristóbal Medina; Toba, caballo de hierro que se mantuvo en activo hasta los diez años; Cullinan, que en cambio no volvió a correr más después de dominar la carrera con su jockey habitual, Alberto Carrasco; el Bering Cumbrales, que le dio a Florentino González su segundo Villapadierna; Madrileño, que le dio a José Luis Martínez el primero (de esta carrera subo vídeo: solo pido que disculpen al soso comentarista, todavía estudiante de periodismo en aquella época); y, en fin, Batu, al que apenas recuerdo porque aquel año los nubarrones que se cernían sobre el hipódromo de La Zarzuela debieron nublarme la memoria.


Después del largo apagón (nueve años de oscuridad) volvimos a disfrutar del Derby. La victoria del maiden Palamoss en 2006 nos dejó algo fríos entonces, pero qué buen caballo demostró ser después, y creo que como semental tampoco ha decepcionado. De las ediciones que he visto desde entonces me quedo con el brutal cambio de ritmo de Premier Galop a mitad recta en 2007... ¡y después tuvo el desparpajo de repetirlo ante los viejos en el Gran Premio! Premier es, por cierto, el último tres años que ha logrado ese histórico doblete, cada vez más improbable que pueda repetirse, sobre todo porque los últimos que lo han intentado han fracasado. Una mención especial para Ayanz, caballo más sobrado de clase que de salud, ganador en 2011, el mismo año que Aspasia de Mileto desafió a los machos para ser digna tercera. Desde entonces, por cierto, los ganadores del Derby han sido víctimas de un extraño mal fario. Arkaitz, Nemqueteba, Wild King, Axioco -esa recta final, mano a mano con Pedro Cara, permanece grabada a fuego en mi memoria-, Don Sancho, Abu, White Bay -otro arreón final para el recuerdo- o White King fueron capaces de ganar el Derby, a veces incluso con contundencia, pero después su vida de carreras fue demasiado breve o no ha estado a la altura de lo que prometieron aquel día. Ojalá cambie pronto el ciclo.

LA EDICIÓN DE 2023

Diez participantes de los que siete son ganadores. Dos de ellos, Pamplona y Shelby, se han impuesto en las dos preparatorias de referencia, el Nacional y el Velayos. Ningún visitante extranjero.

A priori no parece un gran derby, pero creo que el nivel de una carrera como esta debe valorarse siempre a largo plazo, cuando conozcamos las trayectorias, triunfales o no, que han tenido sus participantes. El tiempo suele hacer justicia. En mi opinión, dos caballos destacan sobre el resto: Kowalsky y Pamplona. El de la cuadra Agrado ya me pareció un dos años muy consistente, con la cabeza perfectamente amueblada desde el principio. Tras reaparecer en marzo sobre 2.000 metros con una victoria más o menos cómoda, bajó a la milla de la Poule y remató con estilo -y ganas de seguir corriendo- en los últimos doscientos metros. Es el que más sube de distancia pero, salvo que se corra con liebre, creo que la carrera se decidirá al final y él estará en la batalla. Pamplona me gustó mucho en el Nacional. Hizo buen crono en 2.200 metros y dejó atrás a Sáfaga, la flamante ganadora del Oaks. Me gusta casi tanto como Kowalsky.

¿Alternativas? Merecen especial respeto los tres primeros del Velayos, sobre todo porque se han mostrado competitivos en una distancia próxima a los 2.400 metros. Warrior's Revenge parece especialmente dotado para la distancia. Hace unos meses, en el Veil Picard y sobre una pista tan blanda como la que pueden encontrarse el sábado, batió a Shelby por casi dos cuerpos. Aquel día fueron tercero y cuarto, aunque es obvio que ambos han mejorado bastante desde entonces. Y no me olvido de Mandalorian, tercero en el Velayos. En su entorno -al menos por lo que he leído en A Galopar- insisten en que van despacio con él y que será mejor en otoño, pero luce un gran origen, no se enfadará por el aumento de distancia y podría ser el tapado de la carrera. 

Menos opciones veo para los demás. Philippo galopó muy bien sobre el barro en su debut y debe mejorar la discreta reaparición. Ponce de León y Sigmund son ganadores y bien merecido tienen correr aquí, pero de momento los veo a un nivel algo inferior. Wamba y Spanish Ruler no lo tienen imposible, pero sí muy difícil.

Disfrutemos un año más del Derby. Igual que siempre.

 Carlos Guiñales.



 


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