CRISTINA PÉREZ

Cristina Pérez, de Laredo a La Zarzuela


En el verano de 2020 Cristina Pérez vino a Madrid para participar en concursos hípicos. Tenía previsto quedarse un mes y regresar después a Laredo, pero el destino la llevó al hipódromo de La Zarzuela y a finales 2021 obtuvo la licencia profesional para montar en carreras. En lo que va de año ha logrado cinco victorias en tres hipódromos diferentes. Todo pasa muy rápido en la vida de esta joven jocketta.


LA ESCUELA CÁNTABRA


Como Julia Zambudio, Cristina Pérez nació en Laredo y dio sus primeros a paseos a caballo con Enrique Puente como maestro en la playa cántabra del Regatón, donde coincidían con la santanderina Vicky Alonso. Las nuevas chicas de oro del turf español tienen un vínculo común en esa tranquila playa de arena fina y dorada: “Tendría 12 años cuando monté mi primer caballo de carreras, Stilwell, en la playa. Después Enrique Puente me animó a sacarme la licencia de amazona y me dio a Riky Rock para debutar en carreras. Recuerdo que llevaba los estribos muy largos, pero fue bien y acabé cuarta. Mi primera primera victoria fue con Ley de Leyes. Era algo así como mi yegüita, a la que más cariño he tenido siempre por todo lo me enseñó. Las carreras en las playas son muy distintas, allí tienes que ser mucho más lista porque los circuitos se hacen en el momento, son muy irregulares, hay curvas muy cerradas y tramos de arena seca; además tienes que estar pendiente de si sube la marea para que no pille ninguna ola, sobre cuando la jornada de carreras se alarga demasiado”.


En esas playas del Cantábrico logró Cristina su primeros triunfos con Ley de Leyes, Monzalvos y Eighteen Poems, con quien ganó dos veces, una de ellos en el Derby de Loredo. Las carreras eran una afición que compaginaba con los estudios. Se sacó dos títulos, uno de atención a personas con discapacidad y otro de técnica deportiva en equitación: “Durante un tiempo dejé de lado las carreras y empecé a dar clase en la escuela de doma de Enrique Puente, después y sin que mi madre lo supiese, le compré a Korokotta, una yegua de carreras, la enseñé a saltar y me vine a Madrid para competir en saltos, cross y doma. Pensaba estar solo un mes, pero el tiempo se prolongó y, cuando empecé a quedarme sin ahorros, se me ocurrió ir al hipódromo. Aún tenía licencia de amazona, así que no podía trabajar allí, pero hablé con Jesús López y al cabo de un tiempo me invitó a probar; montaba algún lote a primera hora y después iba a la hípica. Compaginarlo no era fácil y tuve que elegir. Envié a Kokorotta a Laredo, me quedé en Madrid y empecé a tramitar la licencia de jockey para poder trabajar en el hipódromo”.


JOCKEY PROFESIONAL


Jockey o jocketta, la denominación le importa poco. Para ella lo necesario es montar en carreras. Lo que no pensaba era que las victorias profesionales iban a llegar tan pronto. En primera, lograda este invierno en Dos Hermanas, intervino el azar: “Max Tellini me llamó un día antes de la carrera. Andrés Chaves no podía montar a Elamirr y solo yo podía sustituirle por la condiciones de la carrera y el descargo que llevaba. Pensé, ¡uf, cuánta responsabilidad!, si es el favorito y yo nunca he montado un favorito y tampoco he montado nunca para Tellini. Me estudié todas sus carreras y llamé a Andrés Chaves para que me contase todo lo que supiese del caballo. En el paddock Max estaba temblando, tenía confianza cero, iba a montarlo yo porque no tenía otra opción... Me dijo, mira, tú déjale hacer su carrera, no le tires de la boca, espérale todo lo que puedas y no dejes que nadie te pase por dentro; pero tienes que ganar. Y con esa presión llegué a los cajones, donde Elamirr se portó muy mal y llegué a pensar que nos quedábamos sin correr, hasta que Borja Fayos me ayudó a meterlo dentro. Hice lo que Max me había dicho y ganamos. Cuando uno gana todo está bien, me dijo tan feliz al bajarme del caballo”.


En esa primera victoria como profesional batió precisamente a Borja Fayos, que montaba a Leader’s Legacy, después de una bonita lucha en la recta final. Después llegó su primera victoria en Madrid con Aretha: “Por fin nos hizo ganar. Llevábamos juntas 9 carreras y 8 colocaciones; es una yegua a la que le cuesta muchísimo pasar. Ese día la idea era abrirla mucho en la recta para que no tuviese que luchar, dejarla creer que iba sola, pero en la recta Te Koop, con Jaime Gelabert, venía a nuestro lado por dentro y empezó a abrirse también, obligándonos a ir todavía más hacia las gradas; al final Aretha pasó y en cuanto sacó medio cuerpo ya no tuvo ningún problema para ganar. Al día siguiente repetimos la táctica y volvió a ganar”.


Le quedaba vencer en San Sebastián, y allí no fue una sino dos las victorias que logró, además de un segundo puesto, en una misma jornada gracias a Honor Bere, Dream Bahama y Boujoc, tres caballos de Ion Elarre: “Cuando gané con Aretha, Ion estaba en Madrid y nada más bajarme de la yegua me ofreció esas montas. Así funciona este mundo, cuando ganas carreras te llegan las oportunidades. No es muy justo pero es así. Cuesta mucho llegar y sé que es el momento de aprovechar todas las oportunidades que tenga, porque cuando dejas de ganar es muy difícil volver a empezar otra vez”.


Crítica consigo misma, advierte que aún tiene mucho que mejorar: “Nunca imagine que llegase a ganar cinco carreras en un año. Estoy aprendiendo y todavía me veo muy verde. Pregunto continuamente a Jesús cómo puedo mejorar. José Luis Borrego es muy motivador y me ayuda a tener confianza en mí misma, y José Luis Martínez también me echa una mano. El tema de la confianza es algo que aún tengo pendiente. Hace tiempo se me cayó el látigo en una carrera en Madrid y tengo miedo de que vuelva a pasarme. Cuando hago una mala monta me como mucho la cabeza”.


Cristina Pérez forma parte de esa nueva generación de jóvenes jockettas que ha irrumpido con fuerza en el turf español y habla del descargo con franqueza: “Si no fuese por el descargo, no me darían ninguna oportunidad. Es verdad que son muchos kilos, pero es lo que nos permite estar al mismo nivel que los chicos. Es fundamental para despegar. Después, una vez que empiezas a ganar carreras, los propietarios no miran tanto el descargo. Jesús quiere que monte a 50’5 kilos y sé que lo hace por mi bien, para aprovechar todo el descargo posible y no perder montas. Me gusta mucho comer y lo paso muy mal. Pero tengo que mantener ese peso porque los propietarios me dan la monta si descargo los cuatro kilos posibles, no tres. Todavía no he llegado al punto de decidir a qué peso puedo montar. Lo asumo porque las carreras de caballos son lo que más me gustan en esta vida”.


ARABIA Y FINELY TUNED


Finely Tuned, uno de los buenos caballos de la cuadra, disputó en febrero el Saudi International Hándicap y Cristina Pérz lo acompañó durante doce días en su viaje a Arabia: “Fue una experiencia increíble, siempre le estaré agradecida a Jesús por hacerlo posible. Allí las pistas son de otro mundo y los árabes son gente muy amable, siempre estaban pendientes de que no te faltase nada. Ricardo Sousa nos enseñó muchísimas cosas porque la manera de trabajar es muy distinta, los galopadores esperan en la pista para subirse y bajarse del caballo y el mozo hace el resto. Visitamos cuadras muy adineradas que incluso tienen sus propios hospitales en el hipódromo, lo que permite que los caballos no tengan que viajar cuando necesitan ser operados. Eso sí, en el hipódromo no veías a ninguna mujer y cuando te las encontrabas en el centro comercial iban completamente tapadas. Era todo muy chocante”.


Finely Tuned acabó 7º en aquella carrera dotada con 264.000 euros. Es uno de los caballos que más tiene calado: “Lo monto solo yo, así que lo conozco como la palma de mi mano. Es un caballazo, aunque por las mañanas es un poco vago y no se emplea mucho, así que me está ayudando a ponerme en forma a base arrear en las rectas porque siempre hay que moverlo. Desde que vino de Arabia le está costando volver a ser el mismo porque estos viajes siempre pasan factura, y a él puede llevarle todavía un tiempo alcanzar su nivel. Por las mañanas monto también a Highland Market. Esperábamos algo más el último día, pero es un poco sensible de cabeza y, si algo no le gusta, ese día no va; pero tiene potencial y estoy contenta con ella. Tenemos un potro de la cuadra leonesa, Bailén, que me gusta mucho. Puede llegar a ser muy bueno, aunque todavía no ha llegado a su tope. Tenemos muchos potros aún por debutar”.


A punto de cumplir 23 años, Cristina Pérez siente que su carrera profesional está empezando, pero también que cada día lo hace un poco mejor. Por ahora no piensa en grandes premios, pero sí aspira a montar para todos los preparadores posibles y a hacerse un hueco como jockey profesional. No cambia por nada su vida en el hipódromo.

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