NICHOLAS SACCU

 

Nicholas Saccu, la felicidad a caballo


Cuatro victorias en poco más de un mes han convertido a Nicholas Saccu en el jockey revelación de la temporada de otoño. El italiano ha alcanzado por fin su sueño en España: montar casi cada domingo en el hipódromo y, sobre todo, ganar carreras. Aunque reconoce que le basta con subirse a un purasangre, con silla de montar o sin ella, para sentirse feliz.


LOS PALIOS DE ITALIA


Nico Saccu nació en una pequeña ciudad de Italia, entre Milán y Turín, hace 31 años. Mario, su padre, era herrador de caballos y llegó a montar en carreras en una época en la que se podía hacer sin licencia: “El primer animal que recuerdo es un caballo. Veía las fotos de mi padre montando y las copas que había en casa y me entró la pasión. Empecé a montar caballos de paseo con seis años y con once ya montaba purasangres. A mi padre no le agradaba, el quería que estudiase, pero a los 16 me fui a trabajar a Briantea, una cuadra con finca privada, buenas pistas de entrenamiento y cerca de 70 caballos. En Italia había mucha pasión por las carreras entonces y nuestra cuadra era muy potente. Luego todo fue a menos. Dejaron de pagar los premios y la cuadra cerró. Por alguna casualidad de la vida, el último caballo de grupo que tuvimos corrió después en Inglaterra para Luca Cumani y Guillermo Arizkorreta llegó a montarlo cuando trabajaba con él”


Tuvo que buscarse de nuevo la vida. Pesaba más de 65 kilos y no podía ser jockey, por lo menos entonces: “Me fui a trabajar a una cuadra pequeña, con unos 15 caballos, y me compré una yegua para participar en carreras donde se corría sin montura”.


Esas carreras son los famosos palios: el de Siena, que se remonta al medievo, es el más célebre, pero hay otros muchos que se disputan cada año en las piazzas de los pueblos y congregan a miles de seguidores, del mismo modo que España celebramos encierros durante las fiestas patronales: “Son carreras que exigen mucho entrenamiento y mueven bastante dinero. Suelen darse tres vueltas a un circuito de 250 metros. Se galopa sin montura, con la espalda vertical, no hay límite de peso ni reglas, pero los caballos son purasangres. Para mí era una satisfacción entrar en la plaza del pueblo con 4.000 personas esperando vernos correr”.


LA CONEXIÓN ITALIANA


Saccu nunca había salido de Italia. Era feliz montando en palios. Un día le llamó un antiguo compañero para pronerle ir a Inglaterra para trabajar con Godolphin y dijo que no, pero empezaba a acercarse a la treintena y le inquietaba el futuro: “Un día me llamó Max Tellini, que había sido uno de los más grandes jockeys de Italia y me animó a conocer España. Vine solo con 300 euros en el bolsillo para estar una semana, pero Max me presentó a Guillermo Arizkorreta, que me propuso trabajar en su cuadra y me quedé. No fue fácil porque al principio solo sabía hablar italiano, pero en la cuadra me acogieron muy bien. Hice amistad con los compañeros, sobre todo con Esteban Melián, que se convirtió en mi brazo derecho, y tanto Tellini como Guillermo hicieron que todo fuese más fácil”


Según iba sintiéndose cómodo en la cuadra y en España, la posibilidad que nunca tuvo en Italia, sacarse la licencia para montar en hipódromos, empezó a ganar fuerza: “La gente me decía que estaba loco, que dónde iba pesando 68 kilos, pero me lo tomé en serio y fui quitándome peso muy despacio. Debo agradecérselo a Elena, mi pareja, que entrena caballos de carreras para el cine, como los que salían en la nueva versión de Ben Hur, y me preparó una dieta especial que no me costó seguir. Ahora peso 55 kilos y me encuentro muy bien”.


Debutó con Coyote Dax en Lasarte en junio de 2018. El triunfo se le negó durante más de dos años, pero él nunca arrojó la toalla. Cada carrera se convertía en una nueva lección: “Al principio no me conocía casi nadie y apenas me daban oportunidades. Llevaba mucho tiempo corriendo sin montura y me costó adaptarme al cambio de posición, de erguido a agachado. Pero aquel día en Lasarte lo disfruté a tope y me dije: este tiene que ser mi trabajo sí o sí. Y desde entonces he ido mejorando, sobre todo en el sentido del paso y en la postura. Veo muchas carreras porque este es un trabajo que se roba con los ojos. Me fijo en todos los jockeys buenos para sacar lo mejor de cada uno. Sé que tengo que mejorar en todo, pero siempre tengo presente algo que me dijo José Luis Martínez: cada carrera es un libro y hay que saber leerlo. Pero claro, el que tiene más experiencia ha leído más libros y sabe cómo interpretarlos. Yo me preparo mucho mentalmente para cada carrera”.


LAS VICTORIAS


37 carreras sin ganar y ¡zas!, de pronto llegan tres victorias consecutivas en La Zarzuela. En la primera de todas, con Radamés, después de luchar durante toda la recta final con Angel Down y sin llegar a usar la fusta: “Nada más cruzar la meta recordé mi primera victoria en un palio, donde no hay limite de fustazos y suele pegarse desde la salida. También aquel día gané sin usar la fusta con mi yegua. A Radamés lo monté con la misma confianza, sentía al caballo con moral y me parecía que no hacía falta darle. Me quite un peso de encima, pero ganar tres carreras seguidas es algo que todavía no me puedo creer. Con Turandot, a la que había debutado el año pasado, no esperaba ganar. Me dijeron que cogiese la punta e intentase engañarla durante el recorrido. Así lo hice y los demás no llegaron. Con Kitty Marion estaba muy nervioso antes de la carrera porque la conocía y sabía que iba a correr bien. Tiene una acción muy larga y necesitaba un recorrido limpio. Si se desequilibra, le cuesta recuperar, pero tuvo el recorrido perfecto y la yegua lo hizo fenomenal”.


Saccu también aprende de las derrotas. Podía haber logrado con Sir Mauro la cuarta victoria que alcanzó después con Sir Iker, pero ese día reconoce que no estuvo afortunado: “Tenía orden de dejarle tranquilo y me quedé pegado a los palos sabiendo que tenía mucho caballo. En la curva pensaba abrirme para atacar por fuera, pero vi que Mila (Hrubosova) se abrió un poco e intenté tirarme por el hueco. Entonces Jaime, sin darse cuenta, nos dio golpe y ahí perdimos. Las carreras son así. Se deciden en un segundo y no siempre se acierta. Podía haber saltado antes, pero nunca sabes si el caballo va a pararse al verse delante. Yo siempre sigo las instrucciones. Es la manera de ganarse la confianza del entrenador”.


Después de cuatro años en España, Nicholas Saccu se ha ganado la confianza de un buen puñado de entrenadores: “He trabajado también con Tellini, Álvaro Soto e Imaz. Me he llevado bien con todos y han sido experiencias positivas. Al final he vuelto con Guillermo porque, ahora que mi objetivo es ser jockey, me parece importante estar en una cuadra donde mantener un equilibrio mental y un buen equipo alrededor. Aquí me siento feliz y puedo montar todos los días buenos caballos. Radamés ya se ha ganado todo mi cariño, pero Kitty Mary también es especial. Por las mañanas tiraba mucho con todos, hasta que un día me la dejaron, le puse una rienda que le bajaba un poco la cabeza y desde entonces va mucho mejor. Con Eminence, al que he tenido la suerte de montar en carreras, hace falta mucho tacto. No le gusta que tires de él pero tampoco que le dejes hacer lo que quiera. Alaraz era mi caballito. Se peleaba con todos menos conmigo. Le tenía un cariño especial”


De niño mirada con deleite las copas ganadas por su padre en las carreras populares de Italia. Nicholas Saccu contempla ahora las suyas y, con el ritmo de victorias alcanzado este otoño, piensa si tendrá que comprarse una vitrina un poco más grande: “Quiero quedarme en España. Me ha dado la posibilidad de montar en carreras, algo que ha sido mi sueño desde niño. Sé que debo currármelo y yo mismo me pongo mucha presión, pero quiero hacerlo lo mejor posible como jockey. Vi la luz al venir aquí. Puedo decir que he vuelto a vivir.”

Carlos Guiñales










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