Lotfi Echrraa
Lotfi Echrraa: la aventura
Hace varias semanas se produjo en
el cuarto de jockeys del hipódromo de La Zarzuela un gesto que ensalza este
deporte. Después de ganar con Tremendista
la primera carrera de su vida, Lotfi
Echrraa fue recibido por sus compañeros y rivales en la pista con un sonoro
aplauso mientras Vaclav Janácek le
rociaba de cava. Un reconocimiento merecido para un muchacho que a los 14 años
cruzó el estrecho de Gibraltar con un lejano sueño metido en la cabeza: convertirse
en jinete profesional.
SIN PAPELES
Lotfi mide 1’56 metros y pesa 48 kilos. Aunque ha cumplido 29 años,
sigue pareciendo un niño. Aquel niño que en 2002 dejó su casa en Tánger para
emprender una aventura incierta: “Un día
me colé en Ferry que hacía la travesía hasta Algeciras. Como era un niño nadie
se dio cuenta. Así entre en la península. No lo hice por necesidad sino por
curiosidad. Quería conocer mundo. En mi casa se enfadaron mucho porque yo era
el hijo mayor y al principio no lo entendieron. Me llevaron a un centro de
acogida de menores de Madrid donde nos daban la oportunidad de estudiar oficios
y yo elegí uno de cuidador de caballos. Me han gustado desde que tengo uso de
razón. En Tánger solía montar caballos de pura raza árabe.”
De allí paso a un centro hípico
en Galapagar, su primer trabajo de aprendiz, y después estuvo en otro de León
donde había caballos de carreras. Convertirse en jockey era su meta y un día se
acercó al hipódromo de La Zarzuela: “Quería
entrar en la escuela de aprendices que llevaba Florentino González pero, como no tenía papeles, no me dejaron. Así
que estuve un tiempo aprendiendo en otros sitio y cuando conseguí los papeles
volví, pero la escuela ya había desaparecido. Estuve dando vueltas por la
cuadras hasta que en una encontré a un señor que me dijo: vente el lunes, muy temprano,
y te hacemos una prueba. Se llamaba Ovidio
Rodríguez”.
Con Ovidio y su hijo Jorge
descubrió que en el hipódromo se empieza a trabajar antes de la salida del Sol:
“Aprendí a montar caballos de carreras
gracias a ellos y a un caballo llamado Sergei.
Los que había montado hasta entonces no tenían nada que ver con los del
hipódromo, que tiraban y tiraban y no había manera de hacerse con ellos. Cada
día me enseñaban algo nuevo, pero sobre todo a ponerle ganas y entusiasmo en
cada cosa que hacía. Jeremy
Crocquevielle, el jockey de la cuadra, era mi modelo a seguir. Era
increíble como dominaba a los caballos que tiraban y yo trataba de copiarle.
Aquella fue mi verdadera escuela de aprendices”.
EL DEBUT
Lotfi ya había echado raíces en España. Con un contrato de trabajo,
viajaba a Marruecos de vacaciones siempre que podía y después regresaba. Tras
dos años con la familia Rodríguez, recaló
en la preparación de José Carlos Fernández:
“Era un tío de los pies a la cabeza.
Estaba pendiente de todo y al mismo tiempo te daba mucha confianza. Yo le
llamaba el jefe y para mi será siempre el jefe. Recuerdo que montaba a Celtic Rock y, al bajarme, el jefe
siempre me decía: niño, siempre podrás poner en tu currículum que has montado a
este caballo. Creo que es el mejor que he montado nunca”.
Continuó sumando experiencias
montando en galopes para Paquito
Rodríguez y después trabajando para Michaela
Augelli, que le dio la oportunidad de debutar en carreras: “Fue en Madrid con Cudón. Yo estaba un poco nervioso porque era mi debut y además el
caballo era difícil en la salida, pero los chicos de los cajones me ayudaron
mucho y pudimos salir bien. El caballo reaparecía y no tenía ninguna presión.
La pena es que después se lesionó”.
LA VICTORIA
Un año y medio después de
debutar, Echrraa logró su primera
victoria con el mencionado Tremendista
en el hipódromo de La Zarzuela: “Quiero
darle las gracias a Mario Julio Pérez. En el paddock solo me dijeron que
disfrutase y, si podía rascar algo, fenomenal. Como el caballo tira bastante y
encontró pista libre, nos pusimos en punta. Entré en la recta en mano y hasta
los últimos 300 metros no le lancé. La carrera fue un regalo del caballo. Lo
que no me esperaba fue el recibimiento a lo grande que me hicieron en el cuarto
de jockeys. Es un orgullo tener estos compañeros. Se alegraron mucho por mí y
me emocioné de verdad. Mi familia pudo ver la carrera desde Marruecos a través
de internet y al terminar había una
avalancha de mensajes en mi móvil”.
Janácek y Jaime Gelabert
fueron especialmente efusivos. No en vano son dos de sus habituales compañeros
en la preparación de Guillermo
Arizkorreta, su actual centro de trabajo: “Sé que estoy con el número uno y además me apoya mucho. Cuando monto
en carreras, siempre viene a decirme algo para corregirme y ayudarme a mejorar.
De los caballos de la cuadra mi favorita en Queenwithy, que ganó la preparatoria del Oaks. Es muy chiquitita
pero muy buena de carácter. Galopa más a base de corazón que de fuerza. La
llamo Trève porque me recuerda mucho
a ella. Antes me gustaba mucho Merón,
pero lo ha comprado la cuadra Río Cubas y ahora mi ojito derecho es Doctor Oscar, que ganó en Sevilla. Me
alegro muchísimo cuando un caballo al que he montando durante la semana gana el
domingo con otro jockey de la cuadra. Todavía no he montado en carreras para Guillermo, pero espero que algún día me
dé la oportunidad”.
Echrraa ha montado en 17 carreras. En siete de ellas lo ha hecho
sobre la discretísima Figueiras.
Apenas puede beneficiarse de su peso pluma porque, a diferencia de jinetes aficionados
y aprendices, no puede beneficiarse de ningún descargo: “Es una pena, me gustaría montar cada semana y tener mejores
oportunidades. Muchas veces monto a caballos sin posibilidades, pero siempre lo
hago con la misma fe. Todavía tengo que mejorar. A veces me cuesta mantener la
calma en los recorridos. No me gusta ir más atrás del centro del grupo y me
caliento si veo que en la curva se me escapan los de delante. Prefiero ir cerca
de la lucha, aunque siempre acato lo que me dicen los preparadores. Como
jockeys, admiro a Peslier. También a
Janacek por su mentalidad, a Fayos por su fuerza y a Martínez por su sangre fría”.
De Marruecos echa de menos la
comida, el ambiente en las calles y, por supuesto, a su familia, pero es feliz
viviendo en Aravaca, cerca del hipódromo: “En
Marruecos hay mucha afición al turf y cada vez hay más hipódromos y carreras.
Todavía no he montado allí y me gustaría hacerlo algún día, pero mi futuro está
en España. Es aquí donde quiero triunfar como jockey”.
Junio de 2017 Publicado en "A Galopar"
Carlos Guiñales
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