Paulino García
PAULINO
GARCÍA. LA VIDA DESPUÉS DE JOCKEY.
Verano de 2014. Cajones de salida del
hipódromo de la Zarzuela. Un operario sostiene una bandera blanca a la espera
de que el Juez de Salida de la orden de partir, las puertas se abran y los
caballos pasen junto a él como centellas. Es Paulino García, el jinete español que durante más tiempo ha
permanecido en activo de forma interrumpida: 43 años sobre los estribos. Ahora,
después de sufrir una lesión cardiaca que le ha bajado definitivamente del
caballo, ha encontrado una ocupación que le permite seguir en contacto con las
carreras: “Les estoy agradecido, pero es
triste tener que estar a pie de pista. No me queda otro remedio” dice con
evidente resignación al comenzar nuestra charla.
MARCANDO EL PASO.
Paulino debutó en carreras en 1967, con
solo 14 años. Venía, como Florentino
González, de El Vellón, un pueblo cercano a la sierra de Madrid. Allí
aprendió a montar, en burro y a caballo, casi al mismo tiempo que a caminar: “El día que llegué al hipódromo, Emilio Ceca me ordenó subir a una yegua
difícil, para probarme. Yo nunca había utilizado montura y menos aún estribos; Emilio,
al ver que me acoplaba muy rápido, hizo una especie de alharaca, la yegua se
asustó y me di un porrazo tremendo, pero al año siguiente ya estaba montando en
carreras. Mi primera victoria fue con Kerry
II –con solo 40 kilos, frente a los 62 de Farnesio, el favorito-. Salí en punta y gané de lejos”.
Con el tiempo iría puliendo su estilo, pero
ese primer triunfo reveló una de sus principales cualidades como jockey: el
sentido del paso, la capacidad de liderar la carrera de salida a meta sin
desfondar al caballo. Con esa táctica logró muchas de sus 315 victorias: “Para mí, si sabes administrar el ritmo, la
carrera en punta es la más bonita y la más sencilla”. Así ganó también el
Gran Premio de San Sebastián de 1981 con Guilford,
uno de sus triunfos más espectaculares: “Gualberto Pérez, el preparador, me
ordenó salir como si la meta estuviese a 200 metros… ¡y eran 2800! Así que pusimos
un ritmo infernal. Al salir de la primera curva hice ademán de quitarme las
gafas, el caballo pensó que le iba a atizar con la fusta y salió disparado; y
luego, cada vez que levantaba la mano para tratar de quitarme las gafas, volvía
a dar un arreón. Batimos el record. Guilford
ha sido el caballo más impresionante que he montado. Mejor incluso que Rheffissimo o Vichisky”.
Aunque nunca venció en la estadística, Paulino García ha ganado la mayoría de los
grandes premios que se disputan en España. El Memorial con Geisha en 1973 y Seis Doble en
1976: “Un caballo de los de antes; el pobre se adaptaba a todo”. El Gran
Premio de Madrid con Príncipe Duero
en 1979: “Un castaño oscuro muy bonito y
fácil de montar”. La Copa de Oro con Sacara
en 1980: “Corríamos tres Rosales y tres Mendozas. Llevaba una de las bandas y fui cómodo detrás, ataqué en
la recta y batimos a El País”.
En su palmarés solo echa de menos una victoria en el Derby: “Es mi espinita clavada, aunque el único año
que tuve un buen caballo me faltó suerte. Fue en el 75 con Taj Scandal, de Villapadierna.
Iba en cabeza y al salir de la curva de Perdices no quiso girar. Nos fuimos
contra los aligustres y me caí”.
Más heroica fue la derrota que sufrió en la
Copa del Rey de 1985, montando a Trazo.
Un estribo se rompió al abrirse los cajones y Paulino libró toda la carrera en punta, botando sobre la silla al
tiempo que empleaba la fusta y arreaba como podía. De manera increíble acabó
segundo a un cuello de Mayorazgo,
que lo cazó en la misma meta: “Hasta la
hermana del Rey, que había visto la carrera en el hipódromo, bajó a
felicitarme. Estuve dos días casi sin poder moverme”.
Con otro de sus caballos predilectos, Indian Prince, puntero intratable en
sus mejores días, ganó también el Gran Premio de San Sebastián y el Gladiateur
de 1986; y con Chikawa se impuso en
el Hispanidad del 87, la única vez en su vida que tuvo que ponerse a dieta: “Tenía que montar a 53 kilos, así que me vi
obligado a perder más de dos kilos en una semana. Me pusieron un régimen tan
estricto que prometí no volver a hacerlo nunca más. Siempre he preferido hacer
ejercicio antes que perderme una buena comida”.
HASTA LOS
57, A CABALLO.
Cuando el hipódromo de La Zarzuela cerró, Paulino tenía 43 años y decidió
continuar. Se marchó primero a San Sebastián y después a Mijas: “Aguanté a trancas y barrancas. Fue una
época difícil en la que nos gastábamos más de lo que ganábamos. Al final, si
montas poco y malo, el círculo se cierra cada vez más”. Su última victoria
fue con Celestial Star en Mijas en
2005, pero siguió montando en carreras hasta junio de 2009. Los preparadores
confiaban en él por su tacto con los potros inexpertos -
Suances, Equiano o Faramir pasaron por sus manos antes de
convertirse en grandes campeones- hasta que, a los 57 años, no le quedó más
remedio que colgar la fusta. Le diagnosticaron un problema cardiaco y desde
entonces un marcapasos controla el ritmo de su corazón. En marzo de 2010, el
mundo del turf le tributó un homenaje en el hipódromo de La Zarzuela. Se subió
por última vez a un caballo, Opal of
Fire, y volvió a vestir la chaquetilla de la cuadra Dominó de su querido Seis
Doble.
El día de su despedida volvió a vestir la chaquetilla de la cuadra Dominó. Imagen: Gaceta Hipódromo |
Su retiro forzoso ha venido acompañado de
cierto desencanto personal con el turf. Paulino
lamenta la desaparición de la caja de socorro –una especie de hucha solidaria,
producto de la donación del 1% de los premios, que servía para ayudar a jockeys
en apuros-: “Si ese dinero que entregué
durante 43 años lo hubiese invertido en un plan de pensiones ahora todo sería
distinto, pero se lo llevaron entre cuatro”, dice con amargura; y su última
etapa como mozo con Yan Durepaire
acabó –según sus propias palabras- “como
el rosario de la aurora. Nos dejó tirados cuando se marchó”. Él mismo ha
renunciado a hacerse preparador porque asegura que no se dan las condiciones: “Para que te quede un beneficio mínimo tienes
que cobrar 1100 euros al mes por caballo y ahora mismo hay preparadores que
están cobrando 700. Así no lo veo rentable. Y como mozo tampoco me van a dar trabajo,
porque por el dinero que cuesto yo pueden contratar a dos en peores
condiciones”.
Así, con la misma determinación que le
impulsaba a tomar la punta desde la salida, se expresa ahora Paulino García, el hombre de la bandera
blanca y los pies en la tierra.
Agosto de 2014 (publicado en A Galopar)
Carlos Guiñales
Manifestándose junto a sus compañeros ante la sede de SEPI, hace solo unas semanas, para exigir la reanudación inmediata de las carreras de caballos en España. |
PAULINO compañero de CARUDEL en la Rosales. Buena gente, trabajador, humilde y con un historial de lujo. Me llamó la atención lo que dijo sobre GUILFORD
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